Hugo Muñiz, también conocido como Darkartchemist, nació en Gijón en 1989. Recuerda haber sido un niño extrovertido con mucha energía, y guarda con cariño en la memoria las tardes que pasaba pintando en RUYMAR, la tienda marcos y molduras de sus abuelos maternos. Allí aprendió a dibujar y a experimentar con diversas técnicas clásicas de pintura, para más tarde experimentar con otro clásico que le cautivo más: el World of Warcraft. Amante de los videojuegos, reconoce que en ellos encontró una inspiración y una pasión por la Edad Oscura y la mitología nórdica; esta pasión le llevo a mudarse a Suecia, donde descubrió que, al igual que los antiguos druidas, tallar pieles a través de tatuajes o tallar maderas a través de grabados, le provocaba la misma satisfacción.
Pese a haber empezado a estudiar la carrera universitaria de aparejadores, pronto se dio cuenta de que no quería dedicarse a aquello; su fascinación por la arquitectura estaba más ligada a la cultura y a las historias detrás de los castillos medievales que a la arquitectura en sí misma. Amante de las artes plásticas tradicionales, el oscurantismo medieval y el alfabeto rúnico, estudió ilustración en la ESDIP Escuela de Arte de Madrid por, como él mismo dice, “darle un título académico a su pasión”. Tanto grabar como tatuar lo aprendió de forma autodidacta, aunque esto último de la mano de un gran amigo, y a lo que profesionalmente se dedica en la actualidad. Sus obras, por lo general en blanco y negro, suelen entrelazar elementos mitológicos o conceptos clásicos con elementos modernos de la literatura o los videojuegos.
Crudo Prints le propuso como temática Prometeo.
Esta obra de Hugo Muñiz, realizada en 2024, es un grabado en linóleo a tamaño 52 x 72 cm. Se trata de una edición limitada de 28 ejemplares numerados y firmados por el artista.
Hugo nos presenta en esta obra su versión de Prometeo. Personaje de la mitología griega considerado un gran benefactor de la humanidad al haber robado el fuego a los dioses para entregárselo a los hombres. Más tarde Prometeo fue castigado por Zeus, encadenado a una roca y torturado por un águila que le devoraba el hígado. Al ser Prometeo inmortal, su hígado se regeneraba todas las noches, y el águila volvía a comérselo cada día, su castigo debía ser para siempre, aunque finalmente fue liberado por Hércules.
La técnica usada por el artista nos transporta a un mundo arcaico donde aún no existe el claroscuro sino la mancha plana y el dibujo. De alguna forma nos recuerda a las artes de la cerámica griega donde la silueta negra de la figura humana destaca sobre un fondo más claro y las escenas son enmarcadas en un friso geométrico. En la escena se presenta un Prometeo que va a ser castigado, pues ya está encadenado a la roca y un águila se aproxima por su espalda. El paisaje nos enseña un lugar idílico del Cáucaso donde las montañas mueren en el mar, quizás una referencia al paisaje asturiano.
El personaje presenta cuerpo escultural y cabeza de anciano, con presencia de semidiós, mostrando en una mano el motivo de su castigo, el fuego. En la oscuridad de esta noche estrellada, el fuego, crea un halo de luz que nos evoca a los iconos cristianos simbolizando una luz espiritual o divina. En este caso nos resalta la importancia del fuego por el cual Prometeo se sacrificó por los hombres.
Destaca el formato de la pieza, pues la estampación de una xilografía en formatos que superan ciertas medidas suele ser difícil y trabajoso. Toda la estampación, así como el tallado de la matriz, ha sido realizado por el propio artista, así como la elección del papel. Este último se trata de papel lokta natural 120g/m² fabricado de forma artesanal en Nepal. Tanto la textura del papel como la estampación manual hacen que cada una de las láminas sea única.
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