Este díptico del autor Álvaro Cubero realizado en 2024 está compuesto de dos piezas pintadas con acrílico de tamaño 42x59,4cm. 

El tema que trata este conjunto es la metamorfosis, una materia recurrente en la historia del arte por las posibilidades y significados que puede llegar a alcanzar. Álvaro, ha decidido representar la metamorfosis desde un punto de vista biológico en el mundo animal. Un mundo animal con visos de fantasía que vive en su imaginario particular. La imagen izquierda representa un pez koi nadando hacia arriba y rodeado de unas flores con espinas. En la imagen derecha vemos cómo el pez ha empezado una metamorfosis con la flor mutando su cabeza en un capullo con pétalos y espinas. 

En la elección del motivo principal, el pez koi, intuimos la influencia que el artista ha recibido del mundo del tatuaje oriental. El pez koi es un símbolo icónico en el tatuaje asiático tradicional, con multitud de significados, pero sobre todo, es símbolo de la perseverancia que conlleva al éxito. La leyenda cuenta que estos peces nadaban a contracorriente por el río hasta alcanzar una cascada, y cuando eran capaces de cruzarla, los dioses los recompensaban convirtiéndolos en dragones dorados. El pez koi adquiere significados más ricos cuando es acompañado de flores de loto, sakura u orquídeas, sin embargo, Álvaro, ha decidido representar una flor imaginaria con forma de esfera rodeada de una cáscara con púas. Esta flor es símbolo de las experiencias de la vida, positivas y negativas. La fusión del pez koi con esta flor dota al conjunto de nuevos significados como la evolución en la vida, la construcción de la personalidad a través de las experiencias, y que, frente a los obstáculos, la perseverancia y fortaleza, nos hace evolucionar. 

En cuanto a la técnica, persiste la influencia del mundo del tatuaje oriental en el dibujo y diseño de los animales, mientras que destaca y llama la atención el uso del color. El artista coloca un fondo casi plano y oscuro para resaltar las líneas usando unos colores muy llamativos: naranjas, azules y verdes claros de mucha intensidad, casi fosforitos. La composición del díptico es muy equilibrada, colocando a los peces uno frente a otro como en un espejo. En la parte inferior de la pieza izquierda hay dibujada una flor que continúa en la pieza derecha, dando una pista al espectador de cómo tiene que ser colocado el díptico.

Deseamos que esta pieza, tan atractiva e icónica, os cautive como lo ha hecho con nosotros.